Por: José
Emilio De Jesús
El
11 de enero del 2019 se conmemora el 180 aniversario del natalicio de Eugenio
María de Hostos, en tal sentido, el doctor Ángel R. Villarini Jusino, leyó unas
palabras en la misa celebrada en la Iglesia La Altagracia de Santo Domingo,
República Dominicana, las cuales son motivo de reflexión por los aportes dejado
por este gran educador, filósofo, sociólogo y escritor puertorriqueño.
"Si
uno escucha estas palabras mías y las pone en práctica, dirán de él: aquí
tienen al hombre sabio y prudente, que edificó su casa sobre roca. Cayó la
lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra
aquella casa, pero la casa no se derrumbó, porque tenía los cimientos sobre
roca. Pero dirán del que oye estas
palabras mías, y no las pone en práctica: aquí tienen a un tonto que construyó
su casa sobre arena". San Mateo, 7:24-26
Hasta
donde conozco, el conmemorar, en el sentido en que lo interpreto, se estableció
como costumbre en las primeras comunidades cristinas para honrar la memoria de
los mártires que habían combatido por Jesucristo, es decir, predicado y vivido
en su evangelio de liberación y nueva vida. En aquella época (siglo III) la
Iglesia sufría persecuciones y problemas internos de corrupción, desvió moral y
luchas de poder. San Cipriano (“el obispo africano”) promovía, en palabras y
obras, formas de vivir y comportarse los cristianos para superar esos momentos
de crisis y poder perseverar en el combate del tránsito hacia la nueva vida. El
cual implicaba, como forma suprema de lucha de la que Jesús mismo había dado
ejemplo, el martirio. Escribe al respecto en una de sus epístolas: Hagamos
memoria de los mártires a fin de que nosotros nos hagamos dignos de participar
de sus combates. De aquí que el propósito de la conmemoración fuera uno no solo
de gratitud y honrar, sino de renovación de votos, de templarse para el combate
fortaleciéndose en los valores del espíritu para dar cumplimiento a la agenda
de la salvación (Fue así como el Espíritu Santo los llenó de poder a todos
ello…Cada uno hablaba según lo que el Espíritu Santo les indicaba, Hechos 2:4).
Se
trataba pues de rememorar para conmemorar, es decir, para estar “con esa
memoria” del espíritu, de modo que la misma nos habitara, es decir, “animara”
en el presente para la actividad liberadora. Este es el auténtico sentido del
conmemorar que, frente al hipócrita fariseo, rescata Bosch, el mejor de los
discípulos de Hostos, cuando el 16 de agosto de 1963, en solemne acto, con
motivo de la celebración del Centenario del inicio de la Guerra de
Restauración, a pocas semanas del ya presentido golpe de Estado, declara:
"Hoy,
a cien años de distancia, estamos aquí rindiendo homenaje a los héroes de
Capotillo y somos conscientes de que, si estamos en este momento hablando ante
ustedes y ante la representación del ejército restaurador, que está ahí en
frente, y ante todo el país que nos escucha, lo debemos también a los restauradores,
porque si ellos no hubieren hecho libre esta República, el pueblo no hubiera
sido libre para elegir libremente un gobierno constitucional. Esta es la hora
de pensar unidos, en silencio y con gratitud en el ejemplo de los hombres
gracias a los cuales nosotros podemos reunirnos hoy aquí, y nosotros podemos
llamarnos dominicanos. Ellos se unieron resuelta y válidamente ante un enemigo
poderoso; los dominicanos deben unirse y luchar resuelta y valientemente contra
la miseria, contra la ignorancia, contra la maldad, contra la enfermedad. Ellos
conquistaron la libertad nacional para todos los dominicanos y nosotros tenemos
que darle a esa libertad nacional la sustancia necesaria para que nuestro
pueblo pueda sentarse en primera fila entre los pueblos libres de
América."
Es
en este mismo sentido que Hostos hubiera querido ser conmemorado, como lo
atestiguan sus propias palabras -que pudieron hacer sido las de Bosch:
"Pero
si el soñador no llegara a la realización del sueño, si el obrero no viese la
obra terminada, si las apostasías disolviesen el apostolado, ni la vida
azarosa, ni la muerte temprana podrán quitar al maestro la esperanza de que en
el porvenir germine la semilla que ha sembrado en el presente, porque del alma
de sus discípulos ha tratado de hacer un templo para la razón y la verdad, para
la libertad y el bien, para la patria dominicana y la antillana."
Conmemoremos,
pues, a Hostos en el espíritu de la agenda inconclusa de liberación que nos
legó y nos convoca, en tanto sus fieles discípulos, miembros de lo que él,
refiriéndose a los maestros normalistas, llamó su “ejército de liberación”, con
su palabra:
"Harto
lo sabéis, señores: todas las revoluciones se habían intentado en la República,
menos la única que podía devolverle la salud. Estaba muriéndose de falta de
razón en sus propósitos, de falta de conciencia en su conducta, y no se le
había ocurrido restablecer su conciencia y su razón… Era indispensable formar
un ejército de maestros que, en toda la República, militara contra la ignorancia,
contra la superstición, contra el cretinismo, contra la barbarie. Era
indispensable, para que esos soldados de la verdad pudieran prevalecer en sus
combates, que llevaran en la mente una noción tan clara, y en la voluntad una
resolución tan firme, que cuanto más combatieran, tanto más los iluminara la
noción, tanto más estoica resolución los impulsara."
El
espíritu de Hostos que conmemoramos hoy, como acto de conciencia, nos acoge y
nos invita a que seamos “obreros de la vida”, constructores de relaciones
armoniosas y, por ende, saludables con la naturaleza, entre nosotros y hacia
nosotros. Ello nos requiere trabajar, en nosotros y en aquellos a los que como
educadores servimos, en el desarrollo de esa fuerza que, al unir entendimiento,
sensibilidad y voluntad, motiva, orienta y estructura nuestro comportamiento
hacia lo bueno y justo: la conciencia moral.
Sólo
esta fuerza puede ser verdadera y efectivamente liberadora, capaz de combatir
las relaciones de opresión y maltrato que dañan o matan la vida; sólo así
podremos transformarlas en aquellas que la honran y promueven su plenitud:
relaciones de gratitud y amor, verdadera democracia y solidaridad, respetuosas
de la dignidad de la vida en todas sus manifestaciones. Construyamos sobre esa
“palabra-roca” que nos legó Hostos; esa será la mejor manera de conmemorarle y
merecer el llamarnos hostosianos.
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